Sin
ninguna duda, los canecillos de la puerta de la Almoina, son uno de
los elementos que más sorprenden y admiran al espectador que visita por
primera vez esta portada románica. No en vano, han hecho correr desde
hace siglos, ya no solo ríos, sino mares de tinta.
Al
alzar la vista, nos encontramos con catorce rostros, los cuales
conservan todavía algún resto de policromía. catorce rostros repletos
de vida, con ojos almendrados y cejas arqueadas, dejando dibujar en su
cara una pequeña sonrisa propia del gótico francés. Son un bello
ejemplo de como el goticismo comienza a hacer mella en el románico.
Tal
y como apunta el canónigo Juan Ángel Oñate, parecen estar representados
como para ir a la iglesia: los hombres descubiertos, y las mujeres con
la cabeza cubierta. Desde luego no se equivoca el catedrático de
Historia del Arte de la Universidad de Valencia, Joaquín Bérchez, cuando
afirma que "forman el primer retrato colectivo de unos pobladores nobles llegados a la ciudad de Valencia en el siglo XIII".
Entre
cada pareja, grabados directamente sobre los sillares, encontramos los
que deberían ser sus nombres. Conozcamos pues un poco mejor a estas 14
miradas que nos observan desafiando el paso del tiempo.
El primer matrimonio, comenzando por la izquierda, está formando por Pedro y María.
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Pedro y María. |
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Inscripción en los sillares con los nombres abreviados. |
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Interpretación del los nombres abreviados. |
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Traducción de los nombres de los sillares. |
Pedro.
Pedro
parece ser un hombre joven, y a pesar de sus ojos saltones y sus
amplias mejillas, parece tener una mirada inexpresiva. Su barbilla es
pequeña, y su nariz rota le da una rara expresión. Su pelo, largo y
ondulado, cae a cada lado de su cara.
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María. |
María
parece tener un cabello perfecto, con amplias ondas, y coronado con una
bella tiara. Su nariz, como la de su marido, está rota. Su expresión
es más bien seria.
Según
el historiador Pere Antoni Beuter, serían naturales de "las Borguías",
que correspondería con la población de les Borges Blanques, en Lérida.
El segundo matrimonio sería el formado por Guillem y Bartolomea.
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Guillem y Bartolomea |
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Inscripción en los sillares con los nombres abreviados. |
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Interpretación del los nombres abreviados. |
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Traducción de los nombres de los sillares. |
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Guillem. |
A
pesar de la erosión, Guillermo nos sorprende por su enérgica mirada.
Porta barba, y su peinado, partido, deja al descubierto su amplia
frente.
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Bartolomea. |
Bartolomea,
su esposa, parece portar sobre su melena larga y ondulada una especie
de casquete semiesférico. Su bello y fino rostro contrasta notablemente
con el de su esposo.
Beuter los hace autóctonos de Alcaraz, en Albacete, aunque es probable que lo fueran de Alcarrás, en Lérida.
La tercera pareja la forman Ramón y Dolça.
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Ramón y Dolça. |
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Inscripción en los sillares con los nombres abreviados. |
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Interpretación del los nombres abreviados. |
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Traducción de los nombres de los sillares. |
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Ramón. |
Ramón,
a pesar del gran desgaste sufrido, parece ser uno de los rostros más
naturales de todo el conjunto, con expresión serena y mirada alta y
enérgica. Al igual que Pedro, su pelo largo y ondulado cae a cada uno de
los lados de su cara.
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Dolça. |
Dolça
contrasta enormemente con su marido Ramón. Su mirada es inexpresiva, y
dicha sea la verdad, parece algo vizca. Porta corona y collar de perlas.
Beuter les hace naturales de Ulldemolins, en Tarragona.
Les siguen Bertrán y Berenguela.
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Bertrán y Berenguela. |
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Inscripción en los sillares con los nombres abreviados. |
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Interpretación del los nombres abreviados. |
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Traducción de los nombres de los sillares. |
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Bertrán. |
Bertrán
es de cara delgada y alargada, con los pómulos bien marcados, y con
barba y bigote. Sus labios son finos y contrastan con su nariz, amplia y
larga. Tiene el cabello largo y rizado.
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Berenguela. |
Su
mujer, Berenguela, parece un poco coqueta, dejándonos ver una pequeña
sonrisa en su cara. Su melena larga y rizada se encuentra coronada con
lo que parece ser un tocado con perlas, con un pequeño barbuquejo.
Podrían ser naturales de Lérida.
Domingo y Ramona son los siguientes.
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Domingo y Ramona. |
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Inscripción en los sillares con los nombres abreviados. |
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Interpretación del los nombres abreviados. |
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Traducción de los nombres de los sillares. |
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Domingo. |
Domingo
es bastante joven, sin barba ni bigote. Parece tener una pequeña
expresión de desagrado en el rostro. Parece uno de los más serios del
grupo.
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Ramona. |
Ramona,
es sin ninguna duda, la más joven y bella de todas las mujeres
representadas en este curioso retrato colectivo. Su sonrisa no deja
indiferente a nadie. En su pelo ondulado lleva una bonita corona.
Según Beuter vendrían de la población de Carroça
El siguiente matrimonio es el formado por Francisco y Ramona.
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Francisco y Ramona. |
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Inscripción en los sillares con los nombres abreviados. |
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Interpretación del los nombres abreviados. |
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Traducción de los nombres de los sillares. |
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Francisco. |
Francisco nos recuerda enormemente a Bertrán. Por su parecido podríamos decir incluso que son hermanos.
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Ramona. |
Ramona,
al igual que Berenguela, la esposa de Beltrán, porta sobre su cabello
ondulado un tocado con barbuquejo, aunque algo más ostentoso.
Francico y Ramona habrían llegado a Valencia desde Alguayre, en Lérida.
El ultimo de los matrimonios está formado por Bernardo y Floreta.
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Barnardo y Floreta. |
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Inscripción en los sillares con los nombres abreviados. |
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Interpretación del los nombres abreviados. |
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Traducción de los nombres de los sillares. |
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Bernardo. |
Bernardo
también es bastante joven, como Domingo y Pedro. Algo más escaso de
pelo está peinado hacía atrás, dejando ver dos grandes orejas. Su
sonrisa resulta bastante arcaica.
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Floreta. |
Florinda,
su esposa, parece la más rolliza de todas, y su sonrisa parece un poco
forzada. Sus cabellos se encuentran tocados por una corona.
Ambos serían, siempre según el historiador Beuter, oriundos de Pradés (Tarragona).
Pero, ¿A quiénes representan estos catorce rostros?
¿Fueron
Pedro y María, Guillermo y Bartolomea, Ramón y Dolça, Bertrán y
Berenguela, Domingo y Ramona, y Francisco y Florinda, los encargados de
repoblar la Valencia conquistada trayendo consigo las famosas "300
doncellas"?
Sinceramente, no.
Lejos queda ya la veracidad de esta leyenda recogida por el historiador Pere Antoni Beuter en el año 1551 en su "Segunda parte de la Coronica general de España y especialmente de Aragon, Cathaluña y Valencia",
y que copiaron sin aportar ningún tipo de documentación otros autores
como Olmo, Esclapés o Escolano, a quién citamos textualmente para mejor
conocimiento de dicha leyenda:
"y
por que antes se entrase a dicha ciudad, el rey mandó echar un bando en
su real, que el primero que señalase la entrada y toma de ella por la
fuerza de las armas, le había de dar, pobladores, moneda y peso y
medida. Fue el caso que hubo que ventilar, qué gente puso mayor peligro
en el sitio de entrada, para premiarle con la misma moneda se siguiera
al efecto. Y fue resuelto que tres hombres que abrieron la batería del
adarve, cuando se batía el muro con el trabuco, le redujeron a mayor
peligro y apretura. Averiguase ser naturales de Lérida y entonces se
decretó que diese Lérida peso y medida a Valencia y mujeres para casar
con pobladores; repartiendo con ellas y ellos el rey tierras para vivir.
En cumplimiento de esto llegaron de Lérida y su comarca trescientas
doncellas, que traían por cabezas siete casados con sus mujeres de la
misma ciudad, que fueron -como lo escribe Beuter- Beltrán con su mujer
Berenguela, y cincuenta doncellas, las más de la parroquia de San
Martín. De Alcarraz, Guillem y su mujer Berenguela, con cuarenta. De
Alguaira, Francisco con su mujer Remonda o Ramona, y cincuenta
doncellas. De las Borjas, Pedro y María, con sesenta. De Vall de molíns,
Ramón y su mujer Dolça, con cuarenta. De Sarroca, Domingo con Ramona su
mujer, y treinta y cuatro. De Prades, Bernardo con Floreta, y
veintiséis, que por todas fueron trescientas las mujeres; y casaron con
soldados valerosos, por manos del rey; mejorando de dote a las feas,
porque se tuviesen satisfechos los maridos. La memoria de los siete
casados que vinieron por caudillos de aquel escuadrón de amazonas para
que de ella quedase eternamente, mandó el rey ponerla en piedra en lo
más alto de la portada de la iglesia mayor, que sale al palacio del
arzobispo, con los rostros de los hombres y mujeres esculpidos".
(Escolano, Gaspar Juan. Décadas de la Historia de la Insigne y Coronada
Ciudad y Reyno de Valencia, Valéncia, 1.610-1.611)".
Pero
aunque damos a Pere Antoni Beuter el honor de haber sido el primero en
recoger esta famosa leyenda, ya otros lo hicieron antes que él. Pere
Tomic, entre otros, en sus "Histories e Conquestes de Cathalunya", publicadas
en el año 1495, ya hacía referencia al que parece el germen de esta
leyenda. Nos habla Tomic de que una vez conquistada la ciudad de
Valencia, Jaime I hizo traer 1000 doncellas desde Lérida y Urgel para
casarlas con los conquistadores.
Sin
embargo, Beuter fue capaz de darle otra dimensión a esta narración
legendaria, enlazando esta leyenda contada por Pere Tomic y por Gabriel
Turell, con los rostros del tejaroz de la puerta de la Almoina. Beuter
trabajó sobre las inscripciones de los sillares donde aparecen sus
nombres abreviados, interpretándolos y relacionándolos con los
gentilicios más frecuentes en esa época, y asociándoles un lugar de
procedencia.
Ya el padre Teixidor en el año 1767, en sus "Antigüedades de Valencia" desmentía
tal hecho, dando por falsa la famosa leyenda de las 300 doncellas.
Posteriormente, Sanchis y Sivera, también dudaba de que estos rostros
representaran a los fundadores de la ciudad de Valencia, afirmando que
probablemente, pertenecieran a los benefactores o donantes que
contribuyeron para que se realizara la construcción de esta portada.
Este
hecho no sería nada descabellado. De hecho, en la puerta de los
Apóstoles, podemos ver entre otros, los escudos heráldicos de los
personajes que contribuyeron a su construcción.
Aunque
esta es, hoy por hoy, la opción más aceptada por la mayoría de
historiadores e investigadores, también es cierto que el catedrático
de Historia del Arte de la Universidad de Valencia, Joaquin Bérchez y la
profesora Mercedes Gómez Ferrer, barajan la posibilidad de que
efectivamente fueran los primeros moradores cristianos de la ciudad de
Valencia tras su etapa árabe, desechando claro está, la leyenda de las
300 doncellas.
A
pesar de todo, sí hay que reconocer la gran labor realizada por el
historiador Beuter al intentar identificar los nombres de los rostros
que aparecen en los canecillos de la portada de la Almoina, ya que hoy
por hoy, y a falta de documentación, siguen considerándose totalmente
válidos.
Quizás
algún día consigamos saber quienes fueron realmente estos catorce
personajes que nos observan cuando paseamos por la plaza de la Almoina, o
quizás no. Lo cierto es que ahí están, testigos mudos de la historia de
nuestra ciudad.
Si estas catorce miradas hablaran....